Cuando tenía aproximadamente 15 años, formaba parte de un grupo juvenil catolico que tenia como apostolado visitar a los presos los sábados con la finalidad de compartir el pan de vida. Estando un día hablando con una persona que se encontraba en prisión, recuerdo cómo me contaba que se sentía atado para poder hacer todo lo que él podía y quería realizar, ya que si no hubiera sido por la persona que lo denunció, él sería libre. Hoy recordando aquel momento, reflexionaba sobre cuántas personas que caminan libres por la calles, están prisioneros por los odios, por las envidias, por los resentimientos, por los celos, por la maldad, etc., al igual que aquel hombre que estaba encarcelado por el resentimiento.
La libertad más que una condición física es una condición del alma y del Espíritu. Tú libertad depende de lo que tu interior vive!
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